8 de septiembre de 2016

Una pasión


Frase de amor a los animales - Nuestro prójimo.:

Por suerte, durante muchos años no resulta necesario saber para qué se vive. Hay mucho para hacer y las posibilidades son incontables, cuanto menos en la teoría. Son épocas en que, potencialmente, podemos ser astronautas, maestros de escuela, artistas, políticos, gigolós, buzos tácticos, médicos, espías, paleontólogos, generales, etc. El único límite es la imaginación. Conviven, con esas alternativas casi infinitas, las salidas con los amigos, la noviecita, los levantes, la universidad, el primer trabajo, el casorio. Son tantas las cosas que parece imposible poder encajarlas en tan escaso tiempo. Después vienen los hijos y las preocupaciones por ellos. El tiempo sigue siendo insuficiente. Algunos se meten, antes o después, en la carrera por el ascenso laboral, primero, y social, después. Otros, los más afortunados, logran trabajar de lo que les gusta. Hay personas para las cuales el laburo y/o la profesión da la motivación suficiente para seguir tirando del carro sin hacerse preguntas incómodas. Los que por suerte, o por desgracia, no somos movidos por ese motor anímico, tendemos a sentirnos prematuramente insatisfechos. Entonces buscamos aquí y allá algo que ayude a prender la llama de alguna pasión dormida. Lo malo es que con los años se hace más difícil apasionarse y las más de las veces uno termina su existencia sin saber bien para qué se levanta cada mañana.
El que aquí escribe tuvo la gran suerte de encontrar una pasión: los perros. Mejor dicho, el sufrimiento de los perros.
Imagino a un lector levantando las cejas, un poco desilusionado por lo que va siendo el desenlace de un posteo que prometía algo mejor. A ese supuesto lector le digo que puedo entenderlo, porque si bien nunca he sido un insensible, no hace mucho que me enteré del infierno que viven millones de animales. ¿Qué podría ocuparme de los niños, de los viejos, de los canguros o de los albatros? Claro que sí, pero a mí se me dio por los perros. Podría dar mis razones, pero son las mías y sirven para mí. No es que sean secretas, pero muy posiblemente al resto no lo sensibilice lo que me sensibiliza a mí. Además no siento que deba justificarme. Sólo diré que para mí todas las vidas son igual de importantes. Sepan perdonar.
Me queda ahora encontrar el modo de convertir esa necesidad de ayudar en ayuda concreta. No me parece que sea un camino exento de incomprensión y de egoísmo, mucho menos de enfrentamientos, pero si logro aliviarle la vida a un solo perro o si logro crear consciencia en una sola persona, esto habrá valido la pena. Porque “Quien salva una vida, salva al mundo entero”