Filosofía perruna

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¿De qué se trata todo esto?

De luchar contra el sufrimiento. No es otra cosa que eso.

Ya se sabe que no se van a poder salvar a todos los perros, ni muchísimo menos, pero cada vida es preciosa y si se le puede mejorar la calidad de vida a un sólo animal, el esfuerzo habrá tenido sentido.



Más parecidos de lo que parece

También somos animales. Al igual que los perros experimentamos alegría, tristeza, miedo, ansiedad, hambre, sueño. Sentimos, de alguna forma, lo mismo que ellos sienten. Somos tan parecidos en tantos aspectos, especialmente cuando estamos mal. Cuando estamos débiles, enfermos o deprimidos y  no podemos valernos por nosotros mismos tomamos consciencia de lo dependientes que somos. Con el paso del tiempo comprendemos que cuánto más mayores nos vayamos poniendo, más necesitaremos del cuidado de los demás.  Llegará el momento en que tendrán que darnos de comer en la boca y cambiarnos los pañales. Sin esa asistencia y sin amor, rápidamente moriríamos. Podríamos decir que en ese momento seremos tan dependientes del cuidado y el amor de otros como los perros del nuestro, sólo que ellos dependen de nosotros toda su vida.  Ellos son como viejecitos desvalidos que necesitan de nosotros. Ellos son hoy como nosotros seremos mañana. Cuidémoslos a ellos como quisiéramos ser cuidados.


Otras Luchas

Es cierto que hay otras luchas tan importantes como ésta. No digo más importantes porque las luchas contra el sufrimiento son las luchas más importantes, no importa quién sea quién sufre.
Es cuestión de abrir un poco los ojos para amargarse ante las injusticias de este mundo, fundamentalmente ante las injusticias de los hombres. Hay mucha gente que lucha contra el dolor, la injusticia o la muerte. Pero no todo el mundo libra las mismas batallas. A nosotros nos toca pelear en ésta. ¿Por qué? Vaya uno a saber. ¿Por qué nos sensibilizan más los perros que los delfines que mueren en la pesca del atún o los cobayos de laboratorio? Tampoco lo sé, lo que sé es que esta batalla es la mía.
Puedo entender a quienes sólo se conmueven ante sus propios sufrimientos. Ellos no eligieron la insensibilidad, como tampoco nosotros elegimos esta sensibilidad particular.
Por supuesto que estaba más tranquilo cuando sabía menos, pero ahora sé y aunque quisiera no podría mirar para otro lado. Supongo que así sucede.